Espada curva S. V-III a. e. “Falcata”

Nuestra falcata

Aunque ni es la única espada usada por los pueblos de la península Ibérica ni su uso fue generalizado en toda la península, estas espadas curvas denominadas “falcatas” por la arqueología se han convertido en el arma más icónica y mitificada de los pueblos ibéricos.

En el nordeste peninsular, que es donde nos encontramos, es más habitual el uso de espadas de influencia norpirenaica de hoja recta derivadas de La Tène I, pero en nuestro centro de actividades el visitante siempre quiere ver la famosa falcata.

Pese a que me atraen más las espadas rectas de la I Edad del Hierro, como la que hice de Alcorisa, dedicándonos desde hace años a la puesta en valor del yacimiento íbero del Cabezo de Alcalá de Azaila deseaba forjar una falcata para añadir a nuestra colección y también poder ofrecer a otros recreadores la posibilidad de forjarles armas de este tipo.

A diferencia de los cuchillos afalcatados, que en nuestra casa los usamos diariamente para comer, una falcata hoy en día no es algo práctico y el único uso que tiene es de exposición, pero eso no implica que no se tenga que hacer con la metodología antigua.

Esta espada está forjada y hecha totalmente con herramientas manuales.


La empuñadura con cachas de cuerno


Medidas


Aclarar que no es la reproducción de una pieza arqueológica en concreto, me gusta inspirarme en el registro arqueológico pero no quiero hacer falsificaciones o copias de armas del pasado y me gusta aportar algo personal en lo que hago y que tenga nuestro propio estilo.

Utilizando los promedios establecidos por Quesada he usado unas medidas que están dentro de los parámetros adecuados creando esta falcata a mi gusto.

La longitud máxima es de 61 cm, la media de las falcatas conocidas está en 60,2 cm por lo que es una espada larga aunque existen ejemplares de 71 cm, la idea de que las falcatas se hacen con la medida del antebrazo del que la va a usar es otro mito. La longitud de la hoja es de 50 cm que está dentro de la media y acorde con las medidas de ejemplares similares.

El filo dorsal mide 16 cm, aquí me quedé un poco corto cuando la media es de 24 cm. Al sacar los filos en forja no es fácil predecir el estiramiento y no permite corregir como cuando se usan métodos de desbaste modernos.

La anchura máxima es de 5,4 cm un poco por debajo de la media siendo una hoja bastante estilizada. La anchura mínima es de 3,8 cm. La anchura base en la guarda es de 6 cm que es más que correcta. El grosor en el lomo es de 7 mm.

El interior de la empuñadura es de 8 cm, este espacio suele estar entre los 7,5 y 9 cm. forjar la empuñadura con la forma del caballo y acertar con las medidas no es fácil cuando se hace solo a golpe de martillo.

El ángulo axial es de 72º, este parámetro varía mucho de unas falcatas a otras y depende en gran medida de su longitud, la media se sitúa en 74º existiendo ejemplares que van desde los 65º a los 83º. Se maneja mejor de lo que pueda parecer y en golpes cortantes se lanza con gran velocidad.
Cada cacha es de diferente color

El hierro


De los pocos análisis metalográficos que se han realizado en este tipo de espadas sabemos que el contenido en carbono oscila entre 0,3 y 0,4 % en los mejores casos, por lo que me decidí a usar un acero al carbono similar al usado en el pasado, aunque con menos impurezas debido a su factura moderna.

Muchas de estas espadas están realizadas con 3 láminas a modo de sandwich soldadas a la calda, unas veces con el núcleo con más carbono y otras con el núcleo de hierro dulce. Algunas de estas armas están realizadas de una sola pieza como es este caso.

Por los análisis realizados se puede deducir que la calidad de las falcatas es bastante irregular, incluso en ejemplares de un mismo yacimiento. Aunque las fuentes romanas ensalzan la calidad del hierro hispano los escasos análisis actuales muestran una calidad pobre y nada homogénea.
Probando esta espada he notado que  es bastante efectiva pese a no tener un afilado adecuado y ser su hierro con poco carbono, esto se debe a su geometría y el perfil de su hoja. Golpeando en un tronco se clava como un hacha sin sufrir deformaciones (ver primera y última foto).


El proceso de forja


Para mí es muy importante moldear el metal mediante forja, sin medios de desbaste mecánico, ya que es la única forma de comprender los procesos del pasado y entender la morfología de las piezas. En más de una ocasión he comentado que utilizo lo que he denominado paleoforja, que son unas pautas y unos límites a la hora de trabajar que, como expliqué en mi libro “Así hacemos nuestras flechas”, he simplificado en el acrónimo CHAP (Carbón vegetal, hierro, agua y piedra).

Para esta hoja he partido de una barra de un grosor de 12 mm y una anchura de 30 mm, algunos artesanos prefieren usar pletinas anchas y recortar con medios mecánicos para luego forjar pero de esa forma no se puede comprender el proceso de moldear toda la pieza.

Las acanaladuras


Las he realizado por medio de percusión en caliente, los cinceles que he usado los forjé en acero al carbono similar al que se pudo usar en el pasado. En frío repasé las acanaladuras con buriles que forjé, con buriles modernos hubiese sido más fácil y hubiese obtenido un resultado mejor, pero mi intención siempre es aprender con las condiciones del pasado.

Otro mito muy extendido, lamentablemente, es el pensar que las acanaladuras sirven para agravar las heridas. Por mucho que los especialistas como Quesada han demostrado que no es cierto en incontables ocasiones, se sigue pensando que servían para introducir aire en el corriente sanguíneo, algo absurdo entre otras muchas cosas porque la acanaladura suele estar a a más de 10 cm de la punta y con una herida de 10 cm de profundidad poco importa que entre aire en la herida.



La empuñadura


Existen excelentes falcatas con empuñaduras muy trabajadas incluso con nielados en plata, pero me decidí por la forma más sencilla usando placas remachadas.
He combinado el latón y el cuerno de buey, aunque el latón no se usó en la Edad del Hierro yo lo suelo usar por diferentes motivos pero principalmente para sustituir al bronce y no crear objetos que puedan crear confusión o contaminación arqueológica.
Los agujeros para los remaches en la hoja los hice con punzón en caliente, puede parecer difícil conseguir que salgan con la medida exacta pero con la experiencia he aprendido a hacerlos más fácilmente que usando un taladro moderno.
Están todas las piezas remachadas con pasadores sin usar pegamento, este método lo he usado en muchos cuchillos e intentar quitar las cachas resulta imposible sin romper algo, por lo que usar pegamentos no tiene ningún sentido.
Las placas de cuerno también se han trabajado a mano y los grabados en el latón los hice con buriles forjados.
No he querido imitar ningún tipo de dibujo existente en otras falcatas y quería que fuesen unos diseños sencillos y personales sin salirme del estilo de la Edad del Hierro.

El acabado negro


Las armas de los pueblos preromanos solían ser negras, era un acabado por oxidación a magnetita que se ha conseguido replicar en laboratorio pero todavía se desconoce su proceso con medios de la Edad del Hierro. Aunque este proceso es algo que me gustaría poder llevar a cabo algún día, de momento me conformo con darle una pátina negra por medios naturales como hice con la moharra del S. IV a. e.

Me gustan los acabados en los que se pueden apreciar el trabajo en forja y trabajar con piedras naturales para repasar las superficies o sacar los filos. Cuando no se van a usar máquinas para sacar filos es muy importante un buen trabajo previo de forja dejando los filos prácticamente hechos.

Su peso facilita gran poder de penetración


Conclusiones


He aprendido mucho con esta hoja, tenía la experiencia previa de haber hecho muchos cuchillos afalcatados lo cual me ha ayudado mucho. Cuando se forjan armas con filos curvos es muy importante seguir unos pasos precisos para que al forjar los filos no se deforme inesperadamente, esto se consigue dando preformas y controlando los movimientos del material.

He comprobado como este tipo de armas requieren un nivel muy alto de especialización y que en muchos casos requerirían el trabajo de varios especialistas para realizar por ejemplo los nielados en plata.

Teniendo en cuenta la variedad de calidad de estas armas y el grado de especialidad de aquella época, estoy contento con el resultado y espero que con la práctica pueda llegar a  mejorar y seguir conociendo mejor el porqué de su forma gracias a la forja.

Me queda todavía el hacer la vaina que solía ser de cuero con armazón de hierro, algo que tampoco va a resultar fácil ya que se requiere el forjar láminas y realizar pequeños remaches y anillas para la estructura metálica.

Comentarios

  1. Enhorabuena David!!! Ya molaba sólo con el proceso de forja, pero con cacha y demás es flipante. Sigue así! !!!
    Luis Ángel

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    1. Gracias Luis, ha cambiado mucho desde que la viste en casa, cuando vengas para el Campeonato de Armas prehistóricas podrás verla terminada.

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